Descifrando el triángulo del poder femenino

El empoderamiento en tres dimensiones

Por : Valentina Bolaños

Activista política, emprendedora y speaker  –  Colombia

 

En medio de la vorágine de la actualidad, una revolución como efecto está teniendo lugar en los corazones y las mentes de las mujeres de todo el mundo. Esta no se gesta en manifestaciones callejeras o discursos estridentes; más bien, se desarrolla en los rincones más profundos de la conciencia femenina, donde se encuentra un poder interior que ha sido subestimado y subyugado durante demasiado tiempo.

Un ejemplo de dicho poder interior es Wangari Maathai, la renombrada activista ambiental y la primera mujer africana en recibir el Premio Nobel de la Paz en 2004, cuya vida y legado inspiran a millones de mujeres en todo el mundo a empoderarse y hacer una diferencia.

Wangari Maathai, originaria de Kenia, se destacó por su valentía y determinación para proteger el medio ambiente y promover los derechos de las mujeres. Fundó el Movimiento Cinturón Verde en 1977; una iniciativa que ayudó a plantar millones de árboles en África, no solo restaurando el medio ambiente, sino también empoderando a las comunidades locales, especialmente a las mujeres, al proporcionarles recursos y oportunidades económicas.

Para encontrar ese poder interior, hay un concepto que ha tenido auge con el tiempo y en el cual quiero hacer énfasis en este artículo; el empoderamiento femenino que surgió en la década de los años 80 como respuesta a las profundas inequidades que las mujeres enfrentaban en los modelos de desarrollo existentes.

 

En ese entonces el Movimiento Social de Mujeres comenzó a desafiar activamente las normas y estructuras que invisibilizaban y marginaban a las mujeres en la sociedad.  Las mujeres académicas y líderes dentro del movimiento iniciaron un diálogo crucial que cuestionaba los modelos de desarrollo sesgados, exigiendo la integración de las necesidades y perspectivas femeninas en la agenda pública. Este proceso de diálogo y confrontación llevó a la identificación de dos tipos de necesidades: las prácticas y las estratégicas.

Las necesidades prácticas se refieren a aquellas demandas esenciales para la subsistencia y el bienestar material de las mujeres, como acceso a empleo digno, salario justo, servicios de salud, vivienda adecuada, educación para sus hijos, entre otros aspectos fundamentales de la vida cotidiana.

Por otro lado, las necesidades estratégicas van más allá de lo inmediato y apuntan a un cambio profundo en las estructuras de poder desiguales entre los géneros. Estas necesidades buscan transformaciones en las relaciones sociales, económicas y políticas que perpetúan la subordinación de las mujeres. Es un llamado a desafiar y cambiar los roles tradicionales de género y las normas culturales que limitan el pleno desarrollo y participación de las mujeres en la sociedad.

 

A medida que estas discusiones evolucionaron, se destacó la importancia de reconocer y abordar tanto las necesidades prácticas como las estratégicas para lograr un verdadero empoderamiento de las mujeres. Este enfoque integral es fundamental para avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa.

Para lograr dicho enfoque integral es importante traer a colación el llamado “Triángulo del Empoderamiento», el cual enfatiza la interacción entre el acceso a recursos, la participación en la toma de decisiones y la transformación de las estructuras sociales. Sin embargo, uno de los pilares fundamentales que sustentan este empoderamiento radica en el autodescubrimiento y el desarrollo personal de las mujeres; puesto a que no hay empoderamiento sin antes un autodescubrimiento.

 

El autodescubrimiento es el primer paso hacia el empoderamiento individual. Cuando una mujer comprende su identidad, fortalezas, debilidades, valores y metas personales, adquiere una mayor claridad y confianza en sí misma. Esto le permite tomar decisiones informadas y alineadas con sus objetivos, lo cual es esencial para avanzar en la búsqueda de oportunidades y el ejercicio pleno de sus derechos para su desarrollo personal.

 

El desarrollo personal abarca el crecimiento emocional, intelectual y espiritual de la mujer. Al cultivar habilidades de comunicación efectiva, inteligencia emocional, resiliencia y liderazgo, las mujeres pueden enfrentar desafíos con mayor determinación y adaptabilidad. Además, el fortalecimiento de la autoestima y la confianza en sí misma contribuye a superar barreras externas e internas que obstaculizan su empoderamiento.

Es crucial destacar que el empoderamiento femenino en su esencia más pura va más allá de la adquisición de poder o posición. Se trata de un despertar profundo, un reconocimiento de la valía intrínseca de cada mujer, independientemente de su origen, su historia o su situación actual. Es el entendimiento de que cada una lleva consigo un potencial ilimitado, una fuerza interior que puede transformar no solo su propia vida, sino también el mundo que la rodea.

Como dijo la reconocida poetisa estadounidense Emily Dickinson, «Conócete a ti mismo y serás invencible.»